Perspectivas de evolución del empleo (y de su presión fiscal)

La evolución del paro registrado del pasado agosto arrojó el curioso dato de 31 parados menos. O sea, un 0 redondeado al alza. Tan exigua cifra ha sido sin embargo celebrada por el Gobierno con gran profusión de fuegos de artificio, quizás para que el ruido y los destellos de las luces de color nos distrajeran de otro dato que ha quedado oculto bajo el anterior: que el número de cotizantes a la Seguridad Social se había reducido en 99.069 trabajadores. En mi opinión, lo que ha ocurrido realmente es que ha habido 99.069 personas que han perdido el empleo en agosto, y 99.100 personas que, sin haberlo encontrado, han dejado de buscarlo; y esto da el efecto neto de 31 personas.

Con todo, debo reconocer que la cifra no ha sido mala del todo teniendo en cuenta la evolución de los últimos años. Incluso parece que hay cierto consenso entre los expertos de verdad en concluir que este dato apunta un cambio de tendencia en el comportamiento del empleo a medio plazo.

Y esto debe ser así, ya no sólo por la propaganda oficial y los estudios de diferentes organismos económicos, sino por un indicio que resulta una prueba evidente. Menos de un mes después de conocerse el dato y de estimarse las expectativas de crecimiento del empleo, el Gobierno ya está preparando un aumento de los impuestos que gravan el trabajo. Bueno, de las cotizaciones sociales. Es igual, al fin y al cabo del coste que tienen que soportar empresas y trabajadores por trabajar. En principio sólo afectará a la base de cotización máxima que aumentará un 5%, lo que, a un 30% de cotización a cargo de la empresa y un 6,5% a cargo del trabajador, supone un 1,5% de más coste para las empresas y un 0,3% menos de sueldo líquido para el trabajador que esté en esa situación. Vale, quizás no sea mucho, pero como poco es un cuarto de vuelta de tuerca más.

Otras medidas "en cartera" son el aumento de la cotización de dietas y remuneraciones en especie, y el estudio de mecanismos para adecuar la base de cotización de los autónomos a sus rendimientos reales, aún por concretar. Aún no ha entrado en vigor la Ley de Apoyo a los Emprendedores y su Internacionalización (ojo, no confundir con la Ley 11/2013 de 26 de julio, de Medidas de Apoyo al Emprendedor y de estímulo del crecimiento y de creación de empleo, ni con el R.D.L. 4/2013 de 22 de febrero, del mismo título), y ya están pensando cómo aumentarles la carga fiscal. Yo no sé si con tanto apuntarles, no va a ser demasiada presión.

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