Pagar por sostener el empleo

Leo que dos de las más importantes cadenas de gasolineras de España van a crear redes de distribución "low-cost" con gasolineras totalmente desatendidas, es decir, sin empleado alguno, a cambio de una rebaja en precio de entre 5 y 10 cts por litro. La razón es responder a las presiones de los organismos reguladores y hacer frente a la competencia de distribuidores "marca blanca". Dejando aparte lo que haya de verdad y de excusa en este argumento, y de si la rebaja en precio va a ser más o menos que el ahorro en costes, la pregunta que se me plantea es: ¿hasta qué punto estoy dispuesto a pagar para mantener el empleo ajeno? Es decir: suponiendo un servicio accesorio que sólo pueda ser prestado por personas, pero del que se pudiera prescindir sin afectar al servicio principal ¿estaría dispuesto a prescindir de él para ahorrarme su coste? Es más: suponiendo un servicio que puede ser prestado indistintamente por personas más caro o por máquinas más barato y que el suplemento de precio sea la repercusión exacta del coste del personal encargado de prestarlo ¿estarías realmente dispuesto a pagarlo?

Porque, de entrada, lo que me consta, es que la mayoría suele buscar la oferta más barata, y en cualquier caso, ahí está el éxito del modelo "low-cost".

La ley de los rendimientos marginales decrecientes y la Administración

La mejor forma que se me ocurre de explicar la ley de los rendimientos marginales decrecientes es con el siguiente ejemplo: Imaginemos que se tiene que descargar un camión de ladrillos hasta llevarlos a un punto en una obra. Si tiene que hacerlo una sola persona, tendrá que llevar los ladrillos desde la caja del camión hasta el borde, bajarse de la caja, e ir haciendo viajes con los ladrillos desde el camión hasta el lugar en la obra. El valor que generaría esta persona sería absoluto, ya que sin él el trabajo no se realizaría. Con dos personas, una se podría quedar en la caja y, desde ahí, dar los ladrillos al que está en tierra, y sería este quien los llevaría al montón. Esta segunda persona sería de gran ayuda. Dicho de otro modo, el rendimiento marginal que aportaría sería muy grande, pero comparativamente menor que el del primero porque, con él sólo, el trabajo podría haber sido hecho igualmente. Si el montón estuviera relativamente lejos, una tercera persona podría coger los ladrillos de la segunda, de forma que esta no tuviera que hacer todo el recorrido y la primera no tuviera que esperarse a que regresara, con lo que la descarga sería más rápida. El rendimiento marginal que aportaría esta tercera persona también sería alto, pero ya menos que el segundo. Si se incorporan más personas en la cadena, podría llegar el punto en que se tuvieran que esperar a que les llegaran los ladrillos de su compañero de delante; es decir, el rendimiento marginal que iría aportando cada persona sería cada vez menor hasta llegar a ser próximos a 0. Y podría ocurrir incluso que si hay demasiadas personas, se estorbaran unas a otras, de manera que su rendimiento marginal fuera incluso negativo.

Pues bien, este es el punto en el que creo que ha llegado la Administración con los funcionarios y la burocracia. Que ha crecido tanto para controlar cualquier actividad que se ha hecho tan compleja que cada vez resulta más complicado cumplir con los trámites administrativos a la primera. Y más a medida que nos van "funcionarizando" a la fuerza, y obligan a empresas, autónomos e incluso a particulares a realizar directamente los trámites, no "con" la Administración sino "en" la Administración; de manera que no sólo tenemos que luchar cada día para estar al tanto de todas las novedades legislativas que afectan a las actividades y a los sujetos económicos, sino que pelearnos también con los programas -algunos de los cuales se autocalifican irónicamente como "de ayuda"-, sus curiosas incompatibilidades con algunas aplicaciones y navegadores, y con la opción de la página web adecuada para presentar el impreso normalizado que toca o la documentación exigida. Y, me estoy refiriendo a la Administración en general, no sólo a la Central, porque todo esto hay que multiplicarlo por cada una de las Administraciones complementarias, suplementarias o superpuestas bajo las que nos encontramos los "administrados"

A todo esto, se supone que la Administración tiene el principio de no querer imponer un trámite a las empresas sin quitar otro. Lo que no sé es qué impreso hay que rellenar para ello.